Bienvenidos a mi espacio sideral
Mi madre cuida las flores y ellas le regalan con lindos colores.
En la galería de la casa de mis padres las flores renacen siempre tras los fríos inviernos. Yo, sin embargo, no me cuido de ellas. Tuve unas que fueron capaces de adaptarse a mi inconstancia. Vivían al ritmo del tiempo. Se quedaron allá dónde las hallé. Cambié de casa. En aquella terraza a veces las veo florecer. Añoranza.
Soy como esas flores de las que se cuida mi madre. Delicada. Necesito ser tenida en cuenta y cuando es así mis colores salen a relucir.
Mamá se durmió en el amanecer del día 2 de febrero, y nos dejó para siempre el día 3, entre las dos y las tres.
ResponderEliminarSu marcha fue silenciosa y dulce.
Su corazón no soportaba más las batidas de la enfermedad y se fue.
Ella habló conmigo en la tarde del día dos.
Sabía que se moría. Yo no perdí la esperanza en ningún momento, pero no me agarré a su vida con desespero.
Las flores serán su compañía. Ella las alimentaba y cuidaba con esmero. Ellas respondían a sus cuidados.
En ese lugar en que lo material no tiene ser y la energía se expande alcanzando el aire que respiramos, ella cultivará aromas y colores para alegrar la vida que nos asiste.
¡Descanse en paz!
No me quedo sin madre. La tengo para la eternidad. Su madre vino a buscarla y ella me vendrá a buscar, cuando mi camino llegué al punto final.
Entre tanto la honraré con mis actos.
Fue generosa y entregada a todos los que teníamos un sitio en su corazón, que aunque enfermo latía para acunar nuestras vidas.
Una madre es el vínculo umbilical con el origen.
Nosotras somos la cadena de la vida.
Ahora el testigo pasa a mi sobrina que puede continuar con la cadena de la vida que ella conservó y engendró en sus hijos.
Yo no tengo descendientes. Mis ascendientes tienen puesta su esperanza en María, la hija de mi hermano.
Pilar Biesa Oliva, hija de Carmen Oliva Peleato, mi madre. Faro en la oscuridad por atravesar.
Esperaré el reencuentro en el momento en que mi ser tomé la fusión con el todo, el Ser.