24 jun 2007

EN AQUELLOS TIEMPOS... II


La noche se impuso. Gurdhya quedó quieta sin saber tomar decisión alguna.
Churg observaba los gestos de la muchacha sin hacer movimientos para evitar llamar su atención.
Fue Ghow, el hurón, que incapaz de quedarse quieto un instante empezó a emitir sonidos de reclamo para que el muchacho le atendiera.
Gurdhya se asustó al oír algo que en su mente pareció un lamento lejano.
Las ramas de los árboles proyectaban sus lóbregas sombras sobre el camino creando formas fantasmales a los ojos de ella.
El muchacho quiso acallar a su animal, pero no dio resultado y, al contrario, lo que consiguió fue un chillido afilado.
Gurdhya cayó sobre sus talones, quedando enroscada sobre si misma, buscando la posición protectora que todos conocían. En su caso producía un aura de fuerza que no permitiría a alimaña alguna acercarse más allá de la distancia que ella quisiera conceder.
Churg sabía bien lo que en ese momento gestaban los movimientos de la muchacha y temió provocar su ira. Como pudo, tapo la boca de Ghow que le mordió siguiendo su instinto animal. Contuvo un lamento mordiéndose el labio inferior con tal fuerza que una lágrima resbaló por su mejilla izquierda.
Él también optó por tomar la posición de protección que le habían enseñado en los entrenamientos de la Comuna.
No eran aleccionados para la lucha, lo eran para la defensa y la resistencia a base de concentrar en un punto todas las energías vitales. Su entrenamiento no era ni de lejos tan preciso, pero suficiente para evitar cualquier envestida.
Conocía los movimientos de sumisión que debía poner en acción para evitar el coraje de la muchacha y ganar poco a poco su confianza.
Se mantuvo quieto y soltó a Ghow para poder llevar a la práctica el ritual. El hurón al verse libre se calmó y quedo acurrucado a su lado.
Gurdhya atisbó una figura enroscada y reconoció que ante sí estaba alguien de la propia Comuna. Temerosa evitó mirar directamente a quien ante ella se había dispuesto y reconoció en el otro los gestos de apaciguamiento y sumisión dirigidos a ella. Eso la relajó.

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Confieso que…

  Sé Que no eres mía Que no soy tuya Me valgo y basto Quiero Estar contigo Ser contigo Iluminas Sin ti  La tormenta se avecina