Mis letras no navegan por eros.
Ladean el río y se adentran en el bosque.
Persisten en llamar a la puerta del alma que se resiste.
Quebrada tangente, apunta a poniente.
Esos versos de otro tiempo aún golpean mi frente.
Palabras que lleve el viento del este.
Multiplicidad de luces abren un abanico de matices.
El doliente corazón sangró.
Esa es la razón de su cerrazón.
“Soy libre”
Le dijo al aire.
Éste le abofeteó.
“Tengo alas”
De bruces en el suelo dio.
“¡Mira!”
“Mira mi cara”
En ella las cuencas hundidas dicen y callan.
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