Nunca fue antes
A un paso de la nada.
Al silencio sin palabras.
Al espacio oscuro y vacío.
A la distancia del acto perdido.
Enzarzado en el descuido del tiempo.
Sientes que el momento concluye.
No buscas otros tientos.
Necesitas soltar lastres pegados al cuerpo entristecido.
No hay maneras de escape.
Toca plantarse.
Estar en lo ineludible.
Aceptar aquello que deviene.
Esperas acumuladas ahogan el aire en su entrada.
No hay palabras para calificarlas.
Hay esquivas formas de aguante.
Nunca fue antes.
El pausado sentido perdido lo cierne y angosta.
27 jun 2010
24 jun 2010
Triste noche
Triste noche
La parca se vistió de fiesta.
San Juan en Castelldefels rondaba la danza del fuego en la hoguera de la deconstrucción.
Sueños que no alzarán el vuelo.
Un eco en la memoria para quienes perdieron la vida en tan terrible accidente.
Lamentos que no atienden razones.
Desgarros del alma para sus parientes y amigos.
Velos negros tapan la noche.
La parca se vistió de fiesta.
San Juan en Castelldefels rondaba la danza del fuego en la hoguera de la deconstrucción.
Sueños que no alzarán el vuelo.
Un eco en la memoria para quienes perdieron la vida en tan terrible accidente.
Lamentos que no atienden razones.
Desgarros del alma para sus parientes y amigos.
Velos negros tapan la noche.
16 jun 2010
¿Es posible que las almas reconozcan su hallazgo?
Un primer trazo narrado
¿Es posible que las almas reconozcan su hallazgo?
BASE ARGUMENTAL
Un niño, de unos once años, viaja solo en el metro y fantasea con una madre ficticia, fijando su atención en una de las mujeres con las que coincide en el andén.
Entra al vagón sentándose a su lado y recrea en su mente una conversación.
Eso en cada uno de los trayectos diarios.
Durante el día vive con el refuerzo de esa elucubración mental.
Cuando regresa a casa entabla diálogos propios de los que otros niños tendrían con sus propias madres.
Él tiene una madre que oculta.
Ella está en un centro de rehabilitación.
Él niega que así sea.
Si alguien le preguntara, lo negaría.
Preferiría decir que está muerta.
El dolor que tiene dentro es inmenso.
Su padre ajeno a todo esto, atiende, en lo que puede, sus necesidades.
Le pregunta sobre cómo le ha ido en la escuela y si tiene amistades.
Él elude dar respuestas reales.
Esquivo se oculta tras un libro de estudio, diciendo que ha de hacer sus deberes.
No admite la oferta de su progenitor, que quiere ayudarle.
Dice que todo lo sabe, que sólo quiere presentarlo ordenado y limpio.
Repite los ejercicios con pulcritud.
De su clase es el mejor.
Es serio. Parece un hombrecito.
Su padre tuerce el gesto y le deja hacer.
Va y viene con la presencia reconstruida (de esa mujer que la casualidad ha puesto a su lado en un andén).
Hoy tiene un hermanito trasto que le emborrona los deberes pasados a limpio, mañana es el abuelo que se adormece contemplado el rastreo de sus lápices y bolígrafos.
El abuelo se ha disculpado por ser él quien le ha recogido y traído a casa.
Nestor no se lo tiene en cuenta.
Su madre ilumina su cara con esa sonrisa que le regala.
Ha ido a verla y le ha abrazado recogiéndose en sus brazos.
La acuna como si tuviera ante sí a una niña.
Ella llora queda y siente el cálido cuerpecito de su angelito.
Por él saldrá de pozo profundo en que se encuentra enlodada.
Él enarbola su cuaderno de fin de curso y un sobre con sus magnificas calificaciones.
Pronto volveremos a casa, le quiere decir, pero no articula palabra.
Se ha acostumbrado a los sonidos silenciosos de su alma.
Era la primera vez que volvía a encontrarse ante el mismo gesto.
Lo reconocía.
Había repetido sus bucles durante las pasadas horas, reconstruyendo los perfiles de aquel rostro y de aquellas manos que acariciaban las suyas, mientras le hablaba con dulzura.
Ella era suya.
Eso no había ocurrido antes.
Volver a construir la fantasía sobre el mismo soporte real le produjo ansiedad.
Ahora era real.
Tenía que serlo.
No podía dejarla escapar.
Sigue a su lado.
Va tras ella.
A distancia.
Hoy no hay clases.
Su casa está vacía.
Ella tiende su mano y le ofrece un abrazo.
¿Es posible que las almas reconozcan su hallazgo?
¿Es posible que las almas reconozcan su hallazgo?
BASE ARGUMENTAL
Un niño, de unos once años, viaja solo en el metro y fantasea con una madre ficticia, fijando su atención en una de las mujeres con las que coincide en el andén.
Entra al vagón sentándose a su lado y recrea en su mente una conversación.
Eso en cada uno de los trayectos diarios.
Durante el día vive con el refuerzo de esa elucubración mental.
Cuando regresa a casa entabla diálogos propios de los que otros niños tendrían con sus propias madres.
Él tiene una madre que oculta.
Ella está en un centro de rehabilitación.
Él niega que así sea.
Si alguien le preguntara, lo negaría.
Preferiría decir que está muerta.
El dolor que tiene dentro es inmenso.
Su padre ajeno a todo esto, atiende, en lo que puede, sus necesidades.
Le pregunta sobre cómo le ha ido en la escuela y si tiene amistades.
Él elude dar respuestas reales.
Esquivo se oculta tras un libro de estudio, diciendo que ha de hacer sus deberes.
No admite la oferta de su progenitor, que quiere ayudarle.
Dice que todo lo sabe, que sólo quiere presentarlo ordenado y limpio.
Repite los ejercicios con pulcritud.
De su clase es el mejor.
Es serio. Parece un hombrecito.
Su padre tuerce el gesto y le deja hacer.
Va y viene con la presencia reconstruida (de esa mujer que la casualidad ha puesto a su lado en un andén).
Hoy tiene un hermanito trasto que le emborrona los deberes pasados a limpio, mañana es el abuelo que se adormece contemplado el rastreo de sus lápices y bolígrafos.
El abuelo se ha disculpado por ser él quien le ha recogido y traído a casa.
Nestor no se lo tiene en cuenta.
Su madre ilumina su cara con esa sonrisa que le regala.
Ha ido a verla y le ha abrazado recogiéndose en sus brazos.
La acuna como si tuviera ante sí a una niña.
Ella llora queda y siente el cálido cuerpecito de su angelito.
Por él saldrá de pozo profundo en que se encuentra enlodada.
Él enarbola su cuaderno de fin de curso y un sobre con sus magnificas calificaciones.
Pronto volveremos a casa, le quiere decir, pero no articula palabra.
Se ha acostumbrado a los sonidos silenciosos de su alma.
Era la primera vez que volvía a encontrarse ante el mismo gesto.
Lo reconocía.
Había repetido sus bucles durante las pasadas horas, reconstruyendo los perfiles de aquel rostro y de aquellas manos que acariciaban las suyas, mientras le hablaba con dulzura.
Ella era suya.
Eso no había ocurrido antes.
Volver a construir la fantasía sobre el mismo soporte real le produjo ansiedad.
Ahora era real.
Tenía que serlo.
No podía dejarla escapar.
Sigue a su lado.
Va tras ella.
A distancia.
Hoy no hay clases.
Su casa está vacía.
Ella tiende su mano y le ofrece un abrazo.
¿Es posible que las almas reconozcan su hallazgo?
13 jun 2010
Al poeta le canto
Al poeta le canto
Las líneas recortadas, de tu paso,
sobre la tierra removida por los de antaño,
asemejan bucles enredados
en los que se han incrustado
señales de silencios olvidados.
Asperjando sobre ellas el sudor que todos ellos fueron dejando.
¡El poeta vive!
Es del tiempo que transita.
Desgarra en letras lo que otros enmudecen en llanto.
Tú dejaste tu rastro.
Las letras nos hermanaron.
Al poeta le canto.
Al hombre.
A él que abrió el surco por el que paso.
Las líneas recortadas, de tu paso,
sobre la tierra removida por los de antaño,
asemejan bucles enredados
en los que se han incrustado
señales de silencios olvidados.
Asperjando sobre ellas el sudor que todos ellos fueron dejando.
¡El poeta vive!
Es del tiempo que transita.
Desgarra en letras lo que otros enmudecen en llanto.
Tú dejaste tu rastro.
Las letras nos hermanaron.
Al poeta le canto.
Al hombre.
A él que abrió el surco por el que paso.
12 jun 2010
Valió la pena
9 jun 2010
Escapa a nuestro control
No se puede contener lo que el sistema genera en sí.
Escapa a nuestro control.
Un buen día estás ante ti.
El ritmo cambia y sientes que has ido a parar a un sendero desconocido que no tiene recuerdos ni pisadas ajenas.
Al principio no te das cuenta.
La distracción mental te hace perder de vista la realidad.
Después constatas que nadie te escucha.
Sólo el aire recibe tus palabras.
Solo él te da en la cara.
La sombra se adelanta a ti y tú paras cuenta en que la sigues como autómata.
Pensabas que formabas parte de algo.
Te has entretenido y perdido la marca del grupo o te has ido siguiendo el impulso alado de tu libertad.
Es sistema evolutivo que te lleva a tu mismidad.
Piensas ser artífice de tus gestos, pero sigues guiones pretéritos proyectados al presente que tienes por delante.
Escapa a nuestro control.
Un buen día estás ante ti.
El ritmo cambia y sientes que has ido a parar a un sendero desconocido que no tiene recuerdos ni pisadas ajenas.
Al principio no te das cuenta.
La distracción mental te hace perder de vista la realidad.
Después constatas que nadie te escucha.
Sólo el aire recibe tus palabras.
Solo él te da en la cara.
La sombra se adelanta a ti y tú paras cuenta en que la sigues como autómata.
Pensabas que formabas parte de algo.
Te has entretenido y perdido la marca del grupo o te has ido siguiendo el impulso alado de tu libertad.
Es sistema evolutivo que te lleva a tu mismidad.
Piensas ser artífice de tus gestos, pero sigues guiones pretéritos proyectados al presente que tienes por delante.
8 jun 2010
La nada es tu lecho
La nada es tu lecho
Huecos del alma abren silencios
para un mañana que se escapa bajo sus alas.
Hienden al aire lamentos y ayes.
Responden al reto sin tiento.
Escalan murallas de pertrechos rotos y oxidados.
Pasará su tiempo como ocurrió con otros.
Cuesta alejarse y sentir el aire fétido de su detritus.
Responden alzando su espada al grito de alerta.
Alzan y ensalzan dejando caer en el lodo tus esperanzas.
Mañana se aleja como un espectro.
A él te acercas anonadada.
Barriendo el viento te llevará a la distancia de los que nunca estuvieron.
Ese día la calma posará en tu pecho.
Entre tanto, andas temiendo el dolor y la ausencia
de la espera de lo cierto de ese no tiempo.
Juegas a todo.
Te crees que eres.
Estás en lo cierto.
Aún siendo, la nada es tu lecho.
Huecos del alma abren silencios
para un mañana que se escapa bajo sus alas.
Hienden al aire lamentos y ayes.
Responden al reto sin tiento.
Escalan murallas de pertrechos rotos y oxidados.
Pasará su tiempo como ocurrió con otros.
Cuesta alejarse y sentir el aire fétido de su detritus.
Responden alzando su espada al grito de alerta.
Alzan y ensalzan dejando caer en el lodo tus esperanzas.
Mañana se aleja como un espectro.
A él te acercas anonadada.
Barriendo el viento te llevará a la distancia de los que nunca estuvieron.
Ese día la calma posará en tu pecho.
Entre tanto, andas temiendo el dolor y la ausencia
de la espera de lo cierto de ese no tiempo.
Juegas a todo.
Te crees que eres.
Estás en lo cierto.
Aún siendo, la nada es tu lecho.
5 jun 2010
Ahora no estás
Aquí ante ti.
Tu presencia se ausenta de mí.
Mi paso se pierde entre la multitud.
Aún así, aquí.
Valdrá la pena conjugar ese verbo para claudicar el tiempo.
Ser y estar.
En presente es ausente.
Será.
Serás.
Habré marchado y en la vuelta del sendero parado en otra.
No tienes rostro ni puerta a la que llamar.
De nada vale que siglas, del tipo que sean, te denominen o determinen si no te puedo perfilar.
Abrimos estos muros de soledad pensando que acompañados están.
De lamentaciones e inquietudes.
A ellos vendrás.
Entonces mis bucles tejerán otros lazos.
Ahora no estás.
Tu presencia se ausenta de mí.
Mi paso se pierde entre la multitud.
Aún así, aquí.
Valdrá la pena conjugar ese verbo para claudicar el tiempo.
Ser y estar.
En presente es ausente.
Será.
Serás.
Habré marchado y en la vuelta del sendero parado en otra.
No tienes rostro ni puerta a la que llamar.
De nada vale que siglas, del tipo que sean, te denominen o determinen si no te puedo perfilar.
Abrimos estos muros de soledad pensando que acompañados están.
De lamentaciones e inquietudes.
A ellos vendrás.
Entonces mis bucles tejerán otros lazos.
Ahora no estás.
2 jun 2010
Pudiera ser
Pudiera ser que te acostumbraras al silencio de las cosas y que, en el momento inoportuno que ellas hablaran, desoyeras sus palabras.
Pudiera ser.
Acaso todo aquello que nos rodea no es ruido y son.
Acaso.
Fuera un tiempo de animalismo en la infancia el que confería sentido a esos latidos.
Fuera.
La muñeca quedaba a oscuras en la casa vacía.
Quedaba.
Tú te alejaste de ella y de todo lo que representaba en ese origen de ti.
Tu infancia.
Ese tiempo en que jugar con la luna en las noches de verano era un juego solitario.
Lo era.
Ahora ablandas la memoria, recorriéndote en el callejón sin los miedos que incrustaron para preservarte del posible agresor.
Nuevamente pones ante ti aquello que vaga escondido en tu memoria.
Pareciera que nunca tuvieras esas vivencias.
Pareciera.
Es posible que así fuera.
Lo es.
Construimos guiones y relatos que superan la similitud del recuerdo dibujado y pintado con el mejor color.
Aquella fui yo, aunque la memoria me regale orlas y tules, filtrando los oscuros abismos de una existencia que se sabe.
El instante es lo inigualable.
No tiene edad ni ubicación.
Hilamos cuentas de brillantes y diminutas estelas de nuestra navegación.
Pudiera ser.
Acaso todo aquello que nos rodea no es ruido y son.
Acaso.
Fuera un tiempo de animalismo en la infancia el que confería sentido a esos latidos.
Fuera.
La muñeca quedaba a oscuras en la casa vacía.
Quedaba.
Tú te alejaste de ella y de todo lo que representaba en ese origen de ti.
Tu infancia.
Ese tiempo en que jugar con la luna en las noches de verano era un juego solitario.
Lo era.
Ahora ablandas la memoria, recorriéndote en el callejón sin los miedos que incrustaron para preservarte del posible agresor.
Nuevamente pones ante ti aquello que vaga escondido en tu memoria.
Pareciera que nunca tuvieras esas vivencias.
Pareciera.
Es posible que así fuera.
Lo es.
Construimos guiones y relatos que superan la similitud del recuerdo dibujado y pintado con el mejor color.
Aquella fui yo, aunque la memoria me regale orlas y tules, filtrando los oscuros abismos de una existencia que se sabe.
El instante es lo inigualable.
No tiene edad ni ubicación.
Hilamos cuentas de brillantes y diminutas estelas de nuestra navegación.
1 jun 2010
Escucho el latido del tiempo
Pálpitos
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Confieso que…
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