A las veces te sientes fuera.
Así, tal cual.
Te irías, pero no quieres dar el cante.
Buscas eludir la sensación de desajuste y sigues.
Aguantas.
Eludes aquella persona que disparó tus alarmas con su gesto o comentario que te hizo mella.
Ya sabes que su desaprobación tiene sus aristas.
Quizá le robaste la cercanía de su prenda más querida y eso disparó su rabia.
No eres tú.
Es ella.
Estás allí de prestado.
No se te espera.
Pero.
Hay ese descuento.
Decidiste permanecer en ese sitio y ganaste confianza.
Cuando el grupo se diluyó te sentiste liberada.
Íbamos a ser cuatro. Fuimos seis.
Comimos y charlamos.
Observar es una forma de guardar distancia.
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