El poema rompe el silencio,
atiende al sentimiento.
La prosa alenta el tiempo.
El verso es del aire,
no tiene medida ni tempo,
sino emoción y pasión.
A veces salta en cabriolas,
otras grama lágrimas.
Él compone sonatas.
Ensarta en pulsos palabras
que desde el alma nos llaman.
Cuando la escena dibuja,
la palabra toma rumbo.
Cuando el alma reclama,
ella sola se basta.
Es razón del corazón,
la que reclama.
Hilo silencios en letras,
plañideras composturas
para romper las costuras
de ceñidos corsés.
Hube de arañar la tierra
para sentirme mujer.
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