Donde las palabras toman nombre y los espacios enquistan su silencio.
Donde los ecos saben a hueco.
Donde el pasado confluye en hoy.
Allí has estado enredando en los bucles de cintas multicolores y perturbando la calma que te acompañaba.
Has vertido el néctar de los dioses para no ingerirlo hiriendo tu sino.
Has perdido esas alas apolilladas por el desuso y has tomado el camino embarrado bajo tus pies desnudos.
Has querido confundir la risa por llanto, lamentando que fuera después cuando te percataras del sentido verdadero del gesto.
Despropósitos han hilado nudos entretejidos.
Tú no has sido, pero no te escudas en ello y pones ante el mundo tu ser mediado por lo que pudo ser.
Esperas que el instante se sume a otro instante y que de ello te salves.
Pasas cuentas de rezos que vuelven a empezar rutilantes rasgando el aire que respirabas antes.
Esperas la calma que tras la tormenta amansa su furia en la tierra.
Resplandece tras de ti un reflejo pasado de mano en mano.
Hiendes el clavo y la estaca acomodando tu lecho.
Perpetrarás mañana la quimera de creerte con posibilidades y memoria construida.
Serás ante la ola que te arrastra.
Buscarás asideros que sostengan los deseos perdidos no natos.
Pasearás apoyando tu mano en el hombro ofrecido para salvar el escollo.
Miraras a los ojos del tiempo y quedarás atrapado en sus cuencas vacías.
Mañana creerás que estás ante un mundo de posibilidad.
Falacia será.
Lo material te atrapará y seguirás perdiendo la oportunidad.
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