Una letra para un verso,
una palabra para un te quiero,
un espacio en el Universo.
Así las cosas se imponen,
así la vida se antepone.
Reglas.
Redes.
Pausas y tiempo.
Enganches a destiempo.
Meridianos de memoria.
Composturas.
Querencias.
Maledicencias.
Las palabras se quedan dentro.
Un bumerán que vuelve.
Nunca habrá recuerdo en silencio.
Allí estaremos y vendremos a vernos.
¿Para qué?
Para sabernos.
Han pasado las horas,
en el eco de un silencio.
Han venido arrasando sobre el techo de estrellas que cobijan mi descuento.
Vendrás nuevamente, sin que yo atienda tu encuentro.
Cerré a cal y canto el dolor de tu desmerecimiento.
Me perdí y he recuperado los restos.
En ellos no tienes ni hueco.
Te fuiste.
Quedaste en el aire del pretérito momento.
Ni te nombro en mis intentos.
He borrado los rastros,
olvidando tu recuerdo.
Se fractura mi propio tiempo.
Así era necesario.
¿Para qué?
Para no romper la cuerda que de floja hundía mi pecho en quejidos huecos.
Hace de ello tanto tiempo.
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