19 ene 2011
Mejor espero a mañana por venir
Esta sensación caída que desbarata.
Este incierto sentido de nada.
Este estado de cosas que me acompaña.
Me siento como una muñeca de trapo,
con los brazos y las piernas descolocados.
Sin columna que enderece mi piel.
Hueco y con serrín el tórax.
Aún así, tomo el mando y me lanzo a escribir.
Quiero dejar constancia de lo que me pasa, pero no encuentro palabras ni descanso que lo repare.
Me siento desmadejada.
Descompresada.
Deshecha.
Cansada.
No es un cansancio debido a talante o trabajo.
Es parte de ese proceso que me arde dentro.
Es que estos días no son buenos en eso.
Ha habido otro sentir, antes.
Un vacío y sinsentido que me daba la alerta y advertía de que no cayera en tristeza por lo que en mi sentía.
Una sensación de extrañeza de mí.
Dejándome en un sentirme fuera.
Adhiriéndome a las horas para que el ciclo del día marcara cada uno de mis movimientos.
¿Cómo llenar esos momentos?
¿Cómo romper la monotonía del yo?
No hay recursos externos.
Toca hacerle frente y seguir.
Angustia vital.
Así le dábamos nombre.
De ella ni el arte me libra.
Sólo el casual sentir que apacigua.
Es tristeza mi latir.
Es química del cuerpo que me acecha.
Es que mejor espero a mañana, por venir.
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