Los años han pasado y el mundo se ha transformado.
En todo ese tiempo viví en campos de investigación sin poder ser localizada.
Mis parientes se han ido muriendo y quedo yo para reconstruir el pasado.
El futuro está en manos de lo arbitrario.
Los personajes de novela no tienen foto de perfil. Cada lector y lectora les pone atributos orientados por lo que su autor o autora dice de ellos.
Ahora se ajusta esa imagen en parte.
No tanto porque estando en los años venideros tengo mis años.
Se dice de mí que soy igual que mi madre.
Ella murió al poco de nacer yo.
La autora no sabe si la novela ha llegado a su fin.
Está obsesionada conmigo.
Soy su alter ego.
No soy ella, no copia de lo que haya podido ser, pero se siente proyectada en mí.
Cuando empezó con nosotros, creyó equivocada que estaba escribiendo uno de sus relatos.
Yo sabía que no era así.
No me quedaría callada mirando a mi hermano con sus pantalones cortos temblando ante la perspectiva de ser pillado en falta.
Leyendo los diarios de Mercedes, mi madre adoptada (madrastra para las mentes torcidas), reconstruyo ese pasado en que tras mis ojos azules no vi nada.
Jacinta y Mercedes me acompañan.
14 sept 2010
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