25 ago 2006

No me puedo resistir.



Bienvenidos a mi espacio sideral


Editar iba a quedar pospuesto pero ha sido inevitable. Visito otros territorios y deseo anotar cosas.
Estoy con tiempo limitado, en un territorio no mío, lugar de uso público.
Cargo con libros, Stephen King, de préstamo y comprados.

Leo a aquell@s que me escriben y me saltan las ganas de charrar y charrar.

El viento está en la ciudad, Huesca, se terminan los calores. Unas nubes densas oprimian la mañana, en este momento se baten los árboles con desasosiego. Las nubes corridas abordan los cielos.

Me siento tan llena, pletórica. Tengo tantas ganas de tanto.

En la espera para que me cedieran este ordenador he empezado a leer uno de los textos, texto breve que más me ha seducido, más me ha apetecido.

Le dicen que la madre ha sufrido un derrame. Salé en viaje hacía ella.
Recuerdo un momento mío.

Estaba cargando un programa en mi ordenador, se que de dibujo. Tenía sólo el modem, me fuí a dormir y dejé que se fuera cargando. Descuidé el detalle, mi móbil apagado.
De repente, yo dormida, se encendió la luz de mi habitación. Lola, mi amiga venía a decirme que me llamaba mi hermano, que mi madre había tenido un infarto, que al no localizarme le habían llamado a ella. Entré en estado de latencia, esperé la hora para salir hacía la ciudad con el primer autobús que marchaba a las siete de la mañana. No cogí equipaje, marché con lo puesto y no aflojé la tensión en ningún momento.
Recuerdo el estado anímico en el que caí. Recuerdo que en la sala de espera para entrar a hacer esa visita tan corta, unos minutos repartidos entre todos nosotros, las personas con las que me relacionaba decían que estaba nerviosa yo no lo sentía así. apenas descansaba, siempre alerta y dispuesta a actuar, no bajé la guardia en días, los días que tuve que estar a su lado, apenas comía (cafés y chocolatinas básicamente). Al tiempo cuidaba de mi padre. Hube de comprar lo más básico para sustituir el equipaje que no había hecho.
Recuerdo que fuimos a Zaragoza, yo la compañé en la ambulancia. Me quedé para poder entrar unos minutos a visitarla por la tarde, fui por las calles próximas a la clínica hasta que se hizo hora. Volví a Huesca a dormir y cuidar de mi padre. Durante ese viaje que casi perdí por esperar en sitio equivocado lloré sin poder sontenerme, un llanto silencioso. La mañana siguiente volví con el autobús a Zaragoza, llovía, en el trayecto llamaron diciendome que volvían a llevar a mi madre a Huesca, avisé a mi hermano. Llegué a Zaragoza y en la misma estación, sin pisar la calle cogí el regreso. Recuerdo sensaciones, esperas, contención de sentimientos.


El texto que me ha sugerido estos recuerdos de Stephen King: 'Riding the bullet (montado en la bala)', es breve y ligero, de rápida lectura.


 

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