2 jul 2009

Ella

Sube la cuesta despacio, hilando pensamientos.
Aquella mañana sale de casa sin reparar en que todavía está oscuro.
El día remolonea. Eso parece. No es tal. Ha despertado tras dormir pocas horas.
La ansiedad le ha hecho salir sin mirar el reloj. Si lo hubiera hecho, habría comprobado que se ha precipitado sobre el asfalto cuando las calles empiezan a quedar vacías.
Hubiera seguido el serpenteo de la calle principal, pero ese día sus pasos le llevan a la cúspide donde se yergue la catedral.
En su plaza, algunos jóvenes mantienen conversaciones animadas. Es domingo.
En uno de esos bancos, un hombre solitario se pierde en su silencio.
Allí para cuenta en que algo no va como es de suponer. Mira el reloj que lleva en el bolso y comprueba que son las cinco de una mañana nueva.
Repara en su error y decide aprovechar para caminar.
Respira hondo y siente una sensación distinta. La ciudad a esas horas está tomada por las nuevas generaciones.
Otro tiempo se inmiscuye en su recuerdo. Hubiera sido parte de esa escena. Habría estado con sus amigos hasta que el cuerpo tomara el camino de regreso, para descansar.
Aunque no lo parezca, la vida coloca en uno u otro lugar.
Hubiera pensado que ese desplazamiento no se da, pero viéndose entre extraños constata que ha quedado al margen.
Vivimos en mundos distintos. Cada cual bajo un cielo que sustenta su paisaje.
Recapacita y busca dónde dejar correr ese tiempo que la casualidad le ofrece.
En su deambular localiza un bar. Abierto y ocupado por similares a quienes están de cháchara en la plaza.
Se sabe despierta y dispuesta a afrontar el momento.
Piensa en ello.
Últimamente ocupa su mente esa idea sobre vivir el presente.
Un café con leche. Eso es lo que consumirá, sin reparar en los rostros cansados de quienes deben observarla como personaje fuera de contexto. Descuadrada.
Cada cual ocupa un lugar en este retablo de la aparente realidad.
Está ante un abismo del que quisiera escapar.
No hay posibilidad.
Le queda dejarse llevar.
La fuerza de la nada arrastra su consciencia.
Mañana pasará de largo, pero ahora siente que lacera su alma con intensidad.
Cualquiera de ellos estará en su lugar. ¿Y ella? Ella quizá ya no será.
El sendero se bifurca sin darle otra posibilidad.
Añora el pulso que otrora la hacía volar.
Teme por la cordura y el saber estar.

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2 comentarios:

  1. Qué pedazo blog...engancha! Quiero más! Saludos!

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  2. AUNQUE NOS CREEMOS MUY VALIENTES, TODAVÍA QUEDAMOS DESCOLOCADAS ANTE UNA SITUACIÓN INESPERADA... EL RELATO NO LO HE PRACTICADO CASI, Y AHORA ESTOY HACIENDO UN CURSILLO DE RELATOS... LO INTENTARÉ... UN ABRAZO.LOS TUYOS SON MUY BONITOS. CARMEN ISABEL

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