22 may 2009

Esther

Esther no soporta la idea de ver a su hija engendrando gitanos.
Le ha negado la palabra.
La ha rechazado.
Ahora, tras largos años de dolor y distancia, no puede dar el brazo a torcer.
Inés, es una mujer que tiene a su hombre.
Como ella lo tuvo.
Sus nietos son hermosos, pero no saben que al cruzarse con ella los mira reconociendo su sangre.
Querría pararse y hablar con ellos, pero es tarde.
Su hija ha asimilado esa extrañeza y no hace ningún gesto que pueda favorecer el acercamiento.
Ángeles, su otra hija la tiene al corriente de todos los acontecimientos.
Ha entrado en depresión. Le dan un tratamiento que la atonta todo el día.
En la noche, las sombras que se mueven en el techo que cubre su cama, dibujan presagios negros.
Cuando al final se duerme, atontada por todo lo que ha ingerido, cierra un portón. El de su alma.

Los pies a penas le aguantan, los arrastra por las calles buscando el encuentro del perdón.

-Fue una niña preciosa.
-Vinimos del pueblo, cuando era chiquita. Parecía una muñeca.
-Los hijos e hijas que Dios nos dio eran hermosos y sanos.
-Me casaron con doce años.

Él la eligió.

-No fue un mal hombre.
-En casa eran muchas bocas y el hambre fue razón para esa decisión.
-Éramos pobres, pero con honra.

Piensa y se carcome.
-Cuando vino con la tripa llena de ese hombre, la ceguera me cerró el corazón.
-La rechazamos, dejándola en la calle.
-Yo sí que fui una mala madre.
-Eso no se hace.
-Bien se valió que la Mabila los recogió.
-Somos consuegras. No sólo no me habla, sino que, cuando nos cruzamos, suelta un conjuro y escupe al suelo.

-Por estás, me dijo cruzando los dedos, cuando vino a recoger las cuatro cosas que Inés tenía en casa.
-Me lanzó el mal de ojo.
-Me tendió un manto negro.

-Lo tengo bien merecido.
-Ahora he perdido.


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2 comentarios:

  1. Incultura, orgullo, lo que lleva a tanta gente a cometer errores de los que luego se lamentan.
    A veces no hay vuelta atrás. Pero si se deberia intentar.
    Me ha gustado.
    Besos.

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  2. Es la vida misma, amiga.
    Conozco el caso.
    Hoy ha venido a mí para que mi letra lo tomara.
    Mi madre me tiene al tanto de las peripecias de esta mujer.
    Nunca hubiera imaginado su ceguera.
    No sé si ella pensará lo que he dado en poner en el personaje, pero si es así, me gustaría que rompiera ese hielo.
    Su hija es una mujer maravillosa.
    Yo la mimé, cuando la conocí. Siempre estaba con nosotros.
    Es de aquellos tiempos en que nuestras puertas estaban abiertas durante el día.
    Yo era adolescente y ella una muñequita. Unos cuatro años, más o menos.
    Hoy es madre de família y feliz con su marido.
    Su madre está amargada.
    Estaba descansando y he empezado a pensar en ellas.
    Muchas veces narro al hilo de lo que sé y conozco de las personas.

    Besos :)

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