15 feb 2009

ESPERANZA

A mi esperanza le falta algo.

Un no sé qué.

Un no se sabe.

Quizá mañana tras la maraña detecte que me he olvidado y no sepa de qué.

Quizá anoche mientras dormía vino un ángel a recordarme que aún estoy viva.

Es muy posible que del olvido nunca me olvide.

Es muy posible que ni siquiera lo resucite.

Es muy posible que nunca tenga que ir a él.

Mi vida entera está contenida en un deseo atribuido a una quimera.

Yo no he tenido.

Yo no tendré.

Fue con el aire.

Se fue con él.

No me recuerdes.

No me pienses nunca.

Yo nunca fui.

Era un engaño que me lacera.

Lo he olvidado a base de una quimera.

Quiméricos sueños me lo trajeron, con ellos sea.

Que te olvidé.

Eso es mentira.

Te olvidaré.

¿De qué?

¿De quien?

Nada es serena voz de mi vida.

Todo es un sueño que recordando parece memoria de una ilusión tenida.

Confundo un algo que no ocurrió.

Difundo un viento que no soplo.

Lacero el alma con un dolor que no existió.

Discurro en versos lo que no se dio.


Al aire, de la mañana helada, le lanzo secas palabras, para que se congelen y petrifiquen tras las montañas, adhiriéndose a las rocas, para que las hierbas lo achiquen y mezclen con tierra que sirva de base a alguna planta que florezca y fructifique.

Yo estoy seca. De mi útero no hubo fruto ni lo habrá. De mi alma hubo deseo que muerto está.

Vagaré sin alma por este mundo baldío recreando versos vacíos.

Nunca oirás si no quieres.

Nunca verás si tampoco.

No vale la pena que por aquí te pasees.

Alegra tu vida en la luz que te ilumina.

Construye tus propias zalemas, que las mías ya no son tuyas, que yo ya no miro tu cara, ni tu sombra, ni tu memoria. Que he cerrado con llave y cadenas tirando todo resquicio y posibilidad.

Que aunque quiera me negaré toda posibilidad.


He venido a derramar el veneno que me daña.

He venido a salpicar con él mi mala saña.

He venido a lavar mi ofensa.

Ahora queda la tristeza, la tiesura de no más.

Ahora queda corrompida la memoria de verdad.

Este duelo ha sido largo, por tu engaño y falsedad.

Fue cobarde tu postura y por ello me tiraste al lodazal.

Sé que en nada me has ganado.

He dejado de adorarte, de quererte y desearte.

He dejado de mirarte y ahora queda olvidar que ese daño ha secado mi esperanza.

Queda decir palabras insanas que lavan y curan el alma.


La vida es así de ingrata.

El mayor de los engaños es el que una misma se da.

No me engañaste.

Me creí que lo que tenías era espejo de lo que por ti yo sentía.

No fuiste capaz de evitar que mi alma se enganchara.

No sabías ni sabrás.


Es la mano del inocente la que más daño te hace, pues para no decir que no, aparenta y es peor.

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