Escribo tu nombre deseo.
Lo hago a tientas y en silencio,
sin patinas ni tiempos de años.
En él me mezo.
Recuerdos de lo que fuimos,
se los ha ido llevando el viento
que ventiló nuestras conciencias
y aireo nuestras huellas en ese camino
que desdibuja la memoria.
Hubo unos cuerpos que entrelazados
remontaron a esa estrella fugaz que nunca más pasará.
Tú y yo.
Yo y tú.
Parece que no, pero eso fue un instante de eternidad.
Seguimos a pie.
Cada cual por su lado.
No queda ni rastro.
¿Volverá quizá?
Es posible que en un recodo de ese tiempo que está por trazar.
Bucles del tiempo me traen y llevan
a no se sabe qué lugar.
El olvido pasó su mano sobre mi frente,
pero sé que estuvimos y vivimos.
Tú en mí, y yo en ti.
Tuvimos esa oportunidad.
Fuimos testigos de nuestros sueños.
Ha habido tantos caminos por los que transitar,
que nada de lo que hubo parece haber dejado rastro ni huella.
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