Inopinadamente cruzo el umbral
y atiendo la súplica a mi soledad
que busca encontrarse conmigo.
Emprendo el camino de vuelta,
y recojo en mis brazos
la rienda que tira de mí.
Aflojo aminorando mi paso.
y espero que el tiempo permita
que haga realidad mi juego.
Sostengo en la mano el propósito certero,
afinando con él el tino que quisiera asestar
golpe certero al nodo de lo oculto del ser.
En ello estoy, aún a sabiendas de
que pierdo la baza a cada paso que doy.
Aspiro el aire que respiro y sigo.
No hay que claudicar a costa de esa
soledad precisa y necesaria para salir
de la noedad en que el mundo nos quiere ubicar.
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